Centrarnos en la vacunación de los menores es imprescindible para frenar la incidencia de los contagios, pensando sobre todo en las personas vulnerables por razones sanitarias o por cuestiones socioeconómicas.
Esta semana se han reanudado las clases escolares tras las vacaciones navideñas, y por desgracia el escenario epidemiológico es alarmante, con 2.700 casos por cada 100.000 habitantes, y con comunidades, como Navarra, donde la incidencia llega a 6.700 casos. La causante principal de esta situación es la variante omicrón, mucho más contagiosa, pero con efectos de menor gravedad y causante de menos mortalidad gracias a las vacunas.
Por eso, es muy importante aumentar la vacunación tanto en los adultos (tercera dosis) como en los menores. En este punto último, es transcendental ampliar la inmunización en el grupo de los menores comprendidos entre los 5 y los 11 años, que cursan educación infantil y primaria, cuya vacunación se inicio hace un mes, y que por desgracia solamente alcanza a un tercio de los niños y de las niñas de esta cohorte de edad.
Por tanto, centrarnos en este tramo de edad es imprescindible para frenan la incidencia de los contagios, sobre todo porque con la vuelta presencial al colegio, el riesgo aumenta exponencialmente tanto para los propios niños y niñas como para la comunidad educativa en su conjunto, sus familiares cercanos y todo el entorno social en el que conviven.
Especialmente pienso en la repercusión directa en la población en situación de riesgo por razones sanitarias y, por supuesto también, en las personas vulnerables por cuestiones socioeconómicas. Recordemos que el coronavirus ha ensanchado, profundizado y agudizado la brecha social prexistente y, en nuestro país, en torno a un millón de personas han caído en la pobreza extrema, afectando especialmente a jóvenes, mujeres y desempleados. Corre el peligro de que esta pandemia deje heridas sociales agudas y persistentes si no reciben la respuesta de políticas sanitarias y sociales adecuadas.