Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre de 2016 nos pone ante los ojos una radiografía de nuestro mercado de trabajo que nos permite hablar de recuperación, pero también revelan que la recuperación económica es precaria porque se asienta precisamente en la precariedad laboral y porque provoca precariedad. Pero encima, es desigual y provoca desigualdad y acrecienta las brechas (salariales, de género, de contratación, por edad…). Deja de lado a los jóvenes y es machista porque acrecienta las diferencias laborales y sociales entre hombres y mujeres, entre jóvenes y mayores, entre ricos y pobres… Y está asentada sobre pies de barro, apoyada en los vientos de cola de factores exógenos, como los conflictos que favorecen a nuestra industria de turismo, el coste de la energía, los bajos tipos de interés, etc. No es casual. Es fruto de un tipo de política economica.
Los datos dicen que el año pasado el empleo creció un 2,29% y el paro bajó un 11,3%. Son dos datos positivos. Indican que la recuperación de nuestra economía, gracias a algunas coyunturas externas muy favorables, se está traduciendo en creación de empleo.
No niego importancia a este dato, pero tampoco creo que deba menospreciarse –como se está haciendo desde el Gobierno y algunos sectores empresariales- todos los que vienen después:
– Seguimos teniendo 4,2 millones de personas en paro. La tasa de desempleo es del 18,6%.
– El 56% de esos desempleados lleva más de un año buscando trabajo, y el 41,5% de ellos más de dos años.
– El 45% de los desempleados no tiene ningún tipo prestación. Y entre el 55% de parados que sí tiene cobertura, 6 de cada 10 no tiene prestación contributiva y sus prestaciones son vía subsidios por desempleo.
– Tenemos 14.600 empleados públicos menos, que son una pérdida importante para la prestación de servicios públicos.
– La tasa de paro de los hombres es del 17,2%, pero la de las mujeres es 3 puntos mayor, del 20,2%. El 50,6% de los desempleados son mujeres.
– La tasa de paro de los menores de 25 años es del 42,9%.
– La tasa de temporalidad ha subido hasta el 26,5%. El empleo temporal aumentó en 2016 un 5,9% mientras que el indefinido sólo subió un 1,5%.
– La tasa de trabajo a tiempo parcial ha llegado al 15,3%, la parcialidad involuntaria es del 60,5%, es decir, 1,7 millones de personas que trabajan a tiempo parcial porque no les queda otro remedio.
– Sólo en el último trimestre de 2016 bajó en 155.300 el número de ocupados a tiempo completo, mientras que los ocupados a tiempo parcial subieron en 135.900; por cierto, la mayoría (112.200) eran mujeres.
Nosotros no aceptamos que estos datos sean menores, o secundarios al hecho de que se crea empleo. Al contrario, son muy importantes porque muestran una creación masiva de malos empleos, trabajos para malvivir o mal sobrevivir. Son el rastro de precariedad, desigualdad e injusticia que va dejando la crisis y la reforma laboral, y sobre los que deberíamos estar actuando ya para evitar que se enquisten en nuestro mercado laboral.
Con una tasa de desempleo rozando el 19% y produciendo empleo precario, resulta muy importante analizar en serio la situación y las perspectivas a corto y medio plazo. Porque el crecimiento económico de nuestro país tiene causa en factores que están cambiando de forma muy rápida y en un contexto sembrado de incertidumbres de todo tipo. La EPA del último trimestre de 2016 ya refleja una menor actividad turística, los precios del petróleo están subiendo, el escandaloso precio de la energía en nuestro país es un problema para las familias y para las empresas, etc…
Sería un grave error no aprovechar el tiempo, y la coyuntura política, para empezar a tomar medidas de cara a asentar nuestra economía sobre bases más sólidas, sobre empleo más digno y de mayor calidad. Dotar de contenido real al diálogo social entre el Gobierno y los interlocutores sociales sería una forma de empezar.
En definitiva, los datos de la EPA del último trimestre de 2016 vuelven a dar la razón a UGT y revela un mercado de trabajo que nos permite hablar de recuperación, pero una recuperación está siendo precaria, está siendo machista, y está pasando de los jóvenes.