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Se podría haber evitado

Perdón. Sin paliativos. Éste es el mensaje que la UGT de Catalunya quiere transmitir al conjunto de la sociedad y en especial a los afectados por los acontecimientos que colapsaron El Prat el viernes 28 de julio. Está claro que los sindicatos mayoritarios no supimos reconducir una situación que se escapó de control, causando graves efectos y proyectando una imagen de irresponsabilidad que para nada se corresponde con el estilo negociador aunque firme que caracteriza nuestra manera de entender el sindicalismo. No cabe buscar argumentos que deslegitimen la protesta. Su ilegalidad y desproporción ya se encargaron de hacerlo. Vayan, entonces, por delante las disculpas de UGT de Catalunya. No obstante, cometeríamos un error si nos quedáramos en el análisis superficial de los hechos, por tentador que sea. Lo sucedido en El Prat tiene otras causas que van más allá de la falta de acción y dirección de los sindicatos en aquellos momentos. En realidad, la situación creada por la decisión de AENA de no renovar la concesión de handling a Iberia, junto con la decisión de ésta última de ceder su mercado en Barcelona a la filial de bajo coste Clickair, desataron las alarmas. La tan traída y llevada cláusula de subrogación de trabajadores, que se erige en este asunto como un verdadero nudo gordiano, no era de aplicación automática y la plantilla lo sabía. Puesto que Clickair irá relevando a Iberia gradualmente, será en la matriz donde se producirá el excedente de personal y, por lo tanto, donde se hubiera generado el problema laboral. Estas circunstancias crearon un clima entre los trabajadores que desembocó en la protesta, y se agravó tras un cúmulo de despropósitos de todas las partes. No se sabía previamente ni la modalidad de la movilización ni su intensidad, pero sí que algo iba a pasar. Y las autoridades también eran conscientes de ello. Es más, tanto UGT como CC.OO. solicitamos una reunión de alto nivel con el Ministerio de Fomento el miércoles 26 de julio, que se saldó sin resultados positivos. Dos días después, lamentábamos unos hechos que quizás se podrían haber evitado interpretando adecuadamente las señales y marcando un calendario de negociación de urgencia. No fue así. AENA prefirió asumir su decisión sin sopesar la información de que disponía y sin pensar que podrían desencadenarse graves acontecimientos. Prefirieron ensimismarse en la legalidad de la decisión que sumar el valor de la legitimidad social a una cuestión que merecía un tratamiento sensible y no el mismo que se le dispensa a las mercancías. Eso sí, amparándose en el excesivo margen que les ofrece a las empresas la legislación en materia de subcontratación. Ahora que la situación se está tranquilizando tras el acuerdo de Iberia con los sindicatos, se abren expectativas razonables para el mantenimiento de los puestos de trabajo y para la calidad del servicio aeroportuario de tierra. Por cierto, convendría que aunque el verano y el calor ayudarán a pasar esta página de la actualidad, los políticos no dejaran enfriar el debate sobre el traspaso de la gestión del aeropuerto a Catalunya. No albergo demasiadas dudas de que una gestión desde la proximidad administrativa territorial habría evitado o al menos reducido considerablemente el conflicto.

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