Hoy celebramos el Día Mundial de los Refugiados a tan solo una semana de unas nuevas elecciones generales y creo que conviene recordar algunas cosas que deberíamos tener en cuenta:
La primera es que el presidente Rajoy engañó a todos los españoles y españolas al desobedecer el mandato que le había dado el pueblo español, a través de sus representantes en el Congreso de los Diputados y el Senado, y consintió el tratado entre la Unión Europea y Turquía, a pesar de saber que supone tratar los refugiados como mercancía, y a pesar de la oposición abrumadoramente mayoritaria del pueblo español.
La segunda es que el Gobierno consintió que la Unión Europea ahondara en el tratamiento de las personas como mercancía y permitiera a los Estados miembros que no quieran acoger refugiados que “expíen sus culpas” pagando una ridícula y humillante (para los refugiados) “multa” de 250.000 euros por refugiado que no admitan y que le correspondería en un vergonzoso reparto de personas.
La tercera es que el Ejecutivo aceptó un infame reparto de lotes de refugiados en los que España estaba dispuesto a admitir 18.000 personas (ahora dicen que 21.000). Conviene recordar que España tiene 47 millones de habitantes para que nos demos cuenta de la proporción, sobre todo cuando algunos dicen que si ese lote es muy “cuantioso”.
La cuarta es que el Gobierno ha incumplido sus propios compromisos: fijó como previsión 586 personas antes del final del mes de junio para poder llegar a los 17.337 antes de septiembre del próximo año; pues resulta que sólo han llegado 124 en el mes de junio. A este ritmo harían falta cien años para cumplir con dicho compromiso.
Pero lo más infame es simplemente despreciar a cientos de miles de personas que pretenden huir de la guerra, un desprecio que es un insulto a los propios convenios internacionales que en su día Europa impulsó. Como es un insulto tenerles en condiciones infrahumanas en campos de concentración. Y todo eso lo acepta nuestro Gobierno en funciones.
Qué pronto ha olvidado España que hace menos de 80 años muchos de sus ciudadanos tuvieron que huir a otros países escapando de la guerra. Qué pronto hemos olvidado nuestra sorpresa, estupor, indignación por cómo trataban a nuestros antepasados en campos de concentración franceses, como los de las playas de Argelès-sur-Mer, donde los hacinaban en condiciones miserables, y ya no nos acordamos que nos parecía incomprensible que precisamente lo hiciera un gobierno del Frente Popular de entonces.
No me resigno a que España mantenga anestesiada su conciencia y creo que todos los españoles deberíamos tener presente estas cuestiones a la hora de votar. Y para empezar todos tenemos que llenar hoy las calles de nuestras ciudades para reclamar que el refugio es un derecho y lanzar un llamamiento a la UE y sus Estados miembros para exigirles que tienen que apoyar a las personas y organizaciones que están trabajando para dar a los solicitantes de asilo una vida segura y decente en Europa; asignar los fondos de la UE a los países que reciben refugiados; abrir rutas seguras legales de los solicitantes de asilo y dejar de pagar Turquía para escapar de sus propias obligaciones internacionales; integración de los inmigrantes y refugiados en el mercado laboral, garantizando la igualdad de remuneración y condiciones de los trabajadores locales y migrantes; invertir en los servicios públicos y el crecimiento económico en beneficio de los refugiados y las comunidades locales.
Esta crisis humanitaria requiere una respuesta humanitaria. Es precisamente en un momento como éste, que la Unión Europea y nuestro Gobierno deberían mostrar valor. Es una vergüenza que los gobiernos de la región más rica en el mundo quieran dejar en manos de Turquía, Líbano y Jordania un número mucho mayor de refugiados que la UE. Europa tiene obligaciones, que son dar pasaje seguro, protección, refugio y asilo a las personas que huyen del horror de la guerra y eso no puede esperar; toca, hoy, aquí y ahora. Y eso es lo que nuestro Gobierno en funciones tenía y tiene que hacer y no lo ha hecho.