Esta semana estuve presente en el homenaje a Rafael Molina Mantas, alcalde republicano y líder local de UGT en el pueblo granadino de Huétor-Tájar, asesinado en 1945. Un acto emotivo donde su familia, y especialmente su bisnieto, Juan Pinilla, llenaron de amor y agradecimiento.
Rafael, según me contaron sus familiares, fue un hombre bueno, defensor de sus conciudadanos y de todos los trabajadores y trabajadoras. Cuentan de él que, con los derechos por bandera, ayudó a salvar la vida de centenares de personas y que fue tal su trabajo que una vez condenado, casi 50 falangistas emitieron un escrito donde defendian su libertad. Rafael fue detenido en 1939 y asesinado en 1945, seis años después de terminar la Guerra. Sin lugar a duda, las ganas de venganza hacia los vencidos llevó al regimen franquista a torturarlo y asesinarlo, hecho de aún mayor gravedad.
Ahora, 73 años después de su muerte, su familia ha podido por fin darle un entierro digno. Durante más de setenta años sus hijos (una de ellas presente, pero el resto ausentes por temas de salud), así como sus nietos y bisnietos, han luchado para encontrar a Rafael. Gracias a la Asociación de Memoria y Libertad, y a una estudiante en prácticas del Registro Civil de Madrid, por fin lo consiguieron. Un sufrimiento innecesario que viven miles de familias
Pero este no es un caso aislado. Hay que recordar que un tercio de los asesinados y desaparecidos en la Guerra Civil y después de ella, fruto de juicios sumarisimos, fusilamientos en masa o sentencias de tribunales militares, eran miembros de UGT. Muchos de sus cuerpos, aún están en paradero desconocido, con el dolor y sufrimiento que sigue generando a sus familias. Es por esta razón que la Comisión Ejecutiva Confederal, desde su entrada, se comprometió con la lucha por recuperar a todos las personas asesinadas y enterradas en las cunetas y fosas comunes de nuestro pais. Prometimos no descansar hasta que sus familias puedan darles una sepultura digna y puedan honrar su memoria como deberían hacer desde hace años.
Es necesario que se revisen todos los juicios sumarisimos que se llevaron a cabo durante la dictadura y la Guerra Civil, porque aunque sea tarde, aún podemos cerrar la herida que provocó una época negra de la historia de España.
Sin embargo, debemos ser conscientes que esta herida no se cerrará si no es con la verdad. La izquierda de este país debe ser consciente que esta es una deuda con la democracia y con las familias, porque ellos dieron la vida por conseguir derechos, por una sociedad más justa y por una vida en libertad.
Se lo dije el mismo martes, día del acto, a sus familiares, y lo hago extensible a todas aquellas personas que han sufrido o aún sufren esta búsqueda. Todos y cada uno de vosotros podéis estar orgullosos de vuestros familiares. Ellos fueron asesinados por luchar, por pensar, por defender sus ideas. Gracias a su valentia y su empeño, este país consiguió cosas que quizás nunca habrían llegado. Hoy, miles de personas siguen la lucha obrera gracias al ejemplo de los miles de republicanos, sindicalistas, miembros de partidos políticos de izquierdas, que llevaron su idea hasta el final.
La dignidad de esas familias es la nuestra. No seremos un país digno mientras tengamos símbolos de aquel genocidio, i mientras los asesinados no puedan descansar con dignidad.
>> UGT no cejará en su empeño por recuperar la dignidad de todos los ugetistas asesinados