La atención mediática ha centrado sus focos en la precariedad que afecta a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral. Las movilizaciones de los estudiantes en Francia han contribuido, sin duda, a provocar un giro en nuestra mirada hacia nosotros mismos y, que curioso, algunos se han asombrado. De golpe, parecen haber descubierto que hoy en día juventud y precariedad caminan por la misma senda. Peor aún, se ha normalizado esta situación hasta el punto de que este binomio parece inevitable. Un signo más de los tiempos que corren. Un mal signo. Los mismos que combaten la existencia de un sólido y eficaz estado del bienestar son los que pretenden introducir la máxima flexibilidad en la contratación, en especial la de los jóvenes: los que menos cobran y los que menos cuesta despedir. Y lo peor es que no parece que se hayan dado cuenta del flaco servicio que le están haciendo al país, a la productividad de la economía y, indefinitiva, a sus propios intereses. ¿Hacia dónde están empujando a los jóvenes si les ofrecen salarios cercanos al límite de la pobreza –estudio Avalot-Joves de la UGT de Catalunya-, una sucesión de contratos temporales y, por contra, les exigimos la máxima preparación académica y la máxima dedicación y disponibilidad? Mientras observan cómo los pisos siguen siendo artículo de lujo y la sociedad les vende un estilo de vida basado en el status derivado de su capacidad individual de consumo. Lo que si es seguro es que estas circunstancias y alguna más, explican el elevado grado de frustración de los jóvenes. Eso si, luego nos llevamos las manos a la cabeza ante determinados comportamientos sociales. Nos sorprende y escandaliza que vivan al día y dejen la proyección de su propio futuro para cuando no quede más remedio. La UGT de Catalunya ha colocado entre sus principales prioridades la denuncia de esta situación y la construcción de propuestas que reivindiquen contratos de calidad y sueldos dignos para los jóvenes. Nos esforzamos cada día y, en este sentido L’Avalot – Joves de la UGT de Catalunya, se ha convertido en un polo de referencia para los que hoy no albergan demasiadas esperanzas y no encuentran tampoco herramientas de cambio. Y aunque el escenario es complejo y las perspectiva de ponerle coto a la precariedad no encuentra la respuesta adecuada de la patronal seguimos exigiendo soluciones en la mesa del Diálogo Social. Nos estamos jugando mucho. Nos jugamos el futuro.
La urgencia de reducir el tiempo de trabajo: La ciudadanía exige un cambio.
Una de las señas de identidad del movimiento obrero ha sido, desde sus orígenes, la defensa del derecho de las