Qué difícil es mantener la calma ante la espiral de provocaciones del Partido Popular. Y qué fácil es caer en la trampa de responder con otro improperio peor que los suyos. Pero me da miedo. Lo reconozco. Me da miedo pensar que la sociedad española pueda sucumbir a la lógica del frentismo más radical. Me produce escalofríos imaginar lo que la derecha de este país puede llegar a hacer por llegar al poder… por tomarlo.
El PP exhibe impunemente su déficit democrático. Si ningún tipo de rubor ni vergüenza, Rajoy y su caterva político-mediática promueven el boicot a Prisa, uno de los principales grupos editoriales. Me asusta su carencia de complejos.
No les importa lo que se pueda pensar de su falta de respeto a la libertad de expresión. Qué más les da. Lo importante es acallar las voces molestas y discrepantes. Aquellas que airean sus contradicciones e iluminan sus sombras. Y todo porque al editor de El País, Jesús de Polanco, ha comentado en consejo de administración las dificultades que tiene su medio para mantener la neutralidad ante tanta desproporción política por parte de la derecha.El PP se ha lanzado en su contra alegando que el grupo que preside, sus medios y sus profesionales más insignes, cumplen con las consignas del PSOE. Se cree el ladrón que todos son de su condición. Lo deben saber bien. Conocen a la perfección los indicios de dicha práctica en la medida que la aplican con eficacia a otros medios de su órbita. Para ellos, la posibilidad de poner en crisis una empresa y en riego sus puestos de trabajo es un mal menor. Una anécdota asumida en pos de sus objetivos.Aún así, lo relevante no es la futilidad de sus intentos de convertir la política española en un combate entre enemigos. Lo preocupante es comprobar el interés del PP por controlar la opinión pública a través de la publicada. Es alarmante su desprecio por la libertad informativa, por la pluralidad de los medios y por las reglas del juego democrático. Y por eso no puedo evitar sentir temor ante la mínima posibilidad que esta gente pueda volver a gobernar. Su estrategia de tierra quemada y su estilo inquisitorial dejan muchísimo que desear. Sinceramente, creo que la tan traída y llevada Transición española no habrá acabado hasta que el PP se despoje de las personas y las actitudes que lo vinculan ideológicamente con la Ley de Prensa de Fraga, el Tribunal de Orden Público y el Tejerazo.Mientras, reitero la necesidad de que las organizaciones sociales representativas nos hagamos oír para defender la reglas del juego democrático, ante los abusos verbales –por ahora- de estos ejecutores del todo o nada, del conmigo o contra mí, de los que vociferan España una y no 51.