Los inmigrantes son seres humanos que huyen de la guerra, de la miseria económica o de la persecución por su identidad de género u orientación sexual, y que tienen derecho a vivir en dignidad. El Gobierno de España y la UE tienen que dar una respuesta inmediata a esta situación dramática.
Este sábado hemos visitado el campamento de Arguineguín, en el municipio grancanario de Mogán, junto al nuevo secretario general de UGT Canarias recién elegido, Manuel Navarro, y al secretario general de Gran Canarias, Miguel Ángel Caballero. El objetivo de esta visita es conocer de primera mano la realidad de los inmigrantes hacinados en este “campamento de la vergüenza” y trasladar la solidaridad de la UGT y del sindicalismo europeo con estas personas que están en ese puerto en unas condiciones intolerables de hacinamiento. Del mismo modo, hemos agradecido la labor de los voluntarios que los están atendiendo con toda la humanidad posible dentro de su terrible situación.
Esta enésima crisis migratoria tiene que solucionarse de forma colectiva, no puede soportar una isla o un archipiélago como Canarias por sí sola la masiva llegada irregular de migrantes procedentes del continente africano. Por eso, instamos al Gobierno de España y a la Unión Europa a dar una respuesta inmediata de esta situación dramática.
Del mismo modo, exigimos una actuación de toda la comunidad internacional en el rescate de personas en el mar y en la ayuda cuando llegan a la costa a estos seres humanos, que tiene que salir de sus países de origen expulsados por conflictos bélicos, por necesidad económica, por su género o por pertenecer al colectivo LGTBI y que tienen derecho a vivir en dignidad.
La pandemia ha hecho que la tragedia migratoria se visibilice menos, pero la tragedia es enorme y sentimos vergüenza como ciudadanos españoles y europeos cuando leemos las noticias que llegan semanalmente relatando los fallecimientos en el mar o la situación de hacinamiento en el que viven cuando llegan a nuestras costas. Por eso, es urgente e inaplazable hacer políticas en los países de origen y, también, dar a estas personas una acogida digna.
Por ultimo, insistimos, como ya hemos comentado en más de una ocasión, que este drama humano es fruto de una desigual distribución de la riqueza entre los países y que hace falta que encumbremos la equidad, los derechos humanos y la justicia social como ejes vertebradores urgentes en las relaciones internacionales.