Cuando llegué a la Secretaria General de la UGT en el 2016, hace sólo 6 años y medio, el salario mínimo era de 655€. Hoy es de 1080€. Son 424’8€ más, que corresponden a un 65% de subida. Nuestro sindicato no ha sido el único actor de esta subida pero, los agentes presentes, pueden dar fe de que somos los que más hemos insistido y trabajado, a veces, incluso en contra de sectores que cuestan de imaginar, y no solo políticos y empresariales.
Los anteriores 6 años, del 2010 al 2016, había subido solo 22€. Siendo secretario general de la UGT de Catalunya habíamos hecho una campaña, en un lejano 2007, con el lema “Ponte a 1000€”, donde ya pedíamos que no hubiera ningún convenio laboral con categorías por debajo de esa cifra. Ahora por ley ya no es posible pagar por debajo de 1080€.
Cada vez que se sube el SMI, este incluye a más personas trabajadoras. Con esta última subida alcanza más de 2’5 millones de personas asalariadas. Afecta sobre todo a mujeres y personas jóvenes. Los 1080€ es alrededor del 20% de las mujeres, y un 12% de los hombres. Por eso, cada vez que subimos el SMI, recortamos un poquito la brecha salarial de género. Con las últimas subidas, había bajado del 21% al 19%. Nuestro Servicio de Estudios calculó que, con esta subida, se puede reducir también más de un punto, y se verán beneficiados el 31,7% de los jóvenes entre 16 y 24 años, y el 19,2% entre 25 y 34 años.
Estamos cerca de lo que dice la Carta Social Europea de que el SMI tiene que ser el 60% del salario medio. Esto sabéis que no es fácil de calcular, y que no hay coincidencia de criterio metodológico entre los expertos. Además, es una realidad paradójica que nunca se alcanza. Estamos en el 2023, con un cálculo del 2022 y con datos del 2019. Siempre, mientras la tecnología no nos lo permita, iremos por detrás. Por eso, nosotros decimos que hay margen para aumentarlo un poco más y, además, la norma europea que el Estado Español ha firmado, es de obligatorio cumplimiento. Está ahí para que, esperemos, en las próximas campañas electorales sea motivo de propuestas.
Los recientes estudios académicos muestran que no era cierta la hipótesis neoliberal que subir el salario mínimo destruye empleo, al contrario. Esa suma de dinero a sectores vulnerables no permite, en general, que vaya al ahorro, sino que es dinero que va directo a la circulación, al consumo, al supermercado.
No solo mejora la vida de las personas. 80€ son muchos, una subida de un 8% con una inflación al final de año que ha sido del 5’4%, por lo que impulsará la economía y el empleo. Si me permitís una máxima keynesiana: el crecimiento económico depende de la demanda agregada que, según enseñan en las facultades de económicas, las no muy neoliberales -claro-, es la suma del gasto público, más la masa salarial, multiplicado por la velocidad de circulación del dinero. Traducido al lenguaje coloquial, “son fabes contadas”.
1080€ en 14 pagas, 1260€ en 12, 15.120€ anuales, 8,45€ la hora, 36€ por día en mensualidades de 30 jornadas y 51’15€ por día si incluye la parte proporcional de las pagas extras y vacaciones. Y que nadie se preocupe mucho, los márgenes empresariales actuales tienen posibilidad de encajarlo. Seguimos.