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Rabia e impotencia

Ha pasado un mes desde los grandes incendios que azotaron las zonas de Galicia, Asturias y Castilla y León. Días que nos han permitido identificar lo sucedido y reflexionar al respecto pero que, sin embargo, no han vuelto a traer el color verde de los prados y los bosques. Un color que difícilmente se va a recuperar y, si se hace, tendrá que pasar mucho tiempo hasta ello.

Esta semana pasada, además, he tenido la oportunidad de reunirme con los actores principales de la extinción: los bomberos forestales. Trabajadores y trabajadoras que dan su vida por apagar el fuego y ayudar a todos los vecinos que se pueden ver afectados por las llamas. Y ha sido muy gratificante. Después de hablar con ellos, de intercambiar opiniones y de conocer más sobre el terreno su trabajo y los efectos de los incendios, queda claro que debemos seguir insistiendo en la prevención.

Pero también me he reunido con los vecinos. Gente que durante muchas horas pasó miedo, sufrió por sus casas y temió por sus vidas. Pude ver ‘in situ’ los estragos del fuego en Chandebrito, una Parroquia de Nigrán donde perdieron la vida dos personas. Y me trasladaron preocupación, no solo por lo sucedido, si no como había sucedido. Los vecinos, y el marido de una de las fallecidas en concreto, me dejaron sorprendido al explicarme que quizás se podría haber salvado la vida de las dos fallecidas, si las fuerzas de seguridad que acudieron a la evacuación hubieran conocido el terreno. La salida no era sencilla, pero los vecinos sabían por dónde había que salir.

Por situaciones como esta, es una vez más evidente que nuestro país necesita un Plan de Estado para la prevención de incendios, donde participen todos los actores sociales principales y, con especial atención, los expertos que trabajan sobre el terreno. Aunque muchos puedan creerlo así, no podemos conformarnos solo ante la cuestión de apagar fuegos, si no de prevenir. Reclamamos a las diferentes autonomías compromisos firmes, y sobre todo en la mayor potenciación de la realización de planes de defensa que gestionen el monte en época invernal. Es necesario trabajar en la adecuación de los montes que arden cada año con virulencia. Y es imprescindible tener en cuenta el dicho de: “los incendios forestales se apagan en invierno”. Por eso proponemos un Plan de Empleo para limpiar los bosques y las cuencas de los ríos. No es razonable que con casi 4 millones de parados no abordemos un plan de empleo de estas características.

Debemos dotar a los profesionales de más medios, tanto humanos como materiales, para que su lucha contra un problema de todos sea más efectiva, y también de mejores condiciones de trabajo. No es razonable que los Bomberos Forestales no tengan medios para apagar el fuego, padezcan una situación laboral inestable o que a la hora de acceder a la jubilación lo hagan en condiciones diferentes a los bomberos, por poner algún ejemplo.

Por todos estos motivos, desde UGT vamos a proponer la creación de una subcomisión en el Senado para abordar toda esta situación. Queremos buscar el consenso político para abordar el cambio climático y la lucha contra los incendios. La lucha contra el fuego requiere políticas de consenso transversal y constante fruto de un gran acuerdo político.

Es un problema grave que afecta a nuestro país, este año especialmente, a Galicia y Asturias, pero también en Andalucía o la cuenca del Mediterráneo. Todo ello con el añadido de la falta de recursos hidráulicos de los años meses. La escasez de lluvias nos ha llevado a una situación difícil y es momento de abordar un Plan de Estado sobre el agua. Ya estamos en contacto con el Gobierno para llevarlo adelante y no vamos a dejar de luchar hasta conseguirlo.

Los incendios, y con más razón los provocados, no pueden ser abordados con recursos solo de las Comunidades Autónomas. De hecho, no debería ser tampoco solo del Gobierno. Estamos ante un problema que precisa coordinación internacional. La Unión Europea debe tejer un plan de prevención que evite situaciones como las vividas este pasado mes de octubre. En nuestro caso ya estamos en contacto y trabajando con los sindicatos de Portugal para, juntos, buscar una solución en esa dirección.

Además, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo deben destinar presupuesto para luchar contra los incendios. Pero además hay que modificar el Fondo de Solidaridad Europeo. Para recibir las ayudas los incendios tienen que haber afectado al 1,5% del PIB. Es decir, para recibir las ayudas primero hay que sufrir el incendio. Creemos que las ayudas deberían dirigirse primero a la prevención.

Es momento de dar soluciones y dejar atrás el inmovilismo que hemos venido sufriendo por parte de ciertas administraciones. Está en juego nuestro patrimonio natural y nuestros recursos, la forma de vida de muchas personas e, incluso, la vida de algunos de ellos. Entre todos debemos encontrar la solución que nos permita recuperarlo y no perderlo.

Nosotros tenemos propuestas, solo falta que nos escuchen.

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