Ayer por la tarde una periodista de Telecinco me llamó para que verificara mis declaraciones, en el Foro de Justicia ICAM del Colegio de Abogados de Madrid, en las que denuncié la situación de pobreza creciente y el incremento de personas sin hogar que están durmiendo en nuestras calles. Para comprobar esta situación, y observarlo in situ, solo hay que acudir, por ejemplo, a las cercanías de un famoso hotel de una importante cadena española en la Villa Olímpica de Barcelona, o acercarse a la parte posterior de nuestra sede en la Casa del Pueblo en Madrid.

Veamos algunos datos objetivos. La reducción del PIB mundial, producido por la actual pandemia, se situó en un 5,2% durante todo 2020, y el número de naciones que sufrirán una contracción de su Producto Interno Bruto per cápita, por este motivo, será el más pronunciado desde 1870. Pero este hecho no ha repercutido a todos por igual, sino que ha provocado un aumento de la desigualdad al unísono en casi todos los países.

Desde el inicio de la pandemia, los diez hombres más ricos del mundo incrementaron su riqueza conjunta en más de medio billón de dólares, según el informe de Oxfam “El virus de la desigualdad”, que se ha publicado el mismo día que comenzó la “Agenda de Davos” del Foro Económico Mundial. La riqueza total de los multimillonarios alcanzó los 11,95 billones de dólares en diciembre de 2020, equivalente al total que los Estados del G20 han gastado para subsanar los efectos de la pandemia. El año pasado, las 20 personas más acaudaladas del mundo atesoraron 1,77 billones de dólares, un 24% más que un año atrás. En contraste, se calcula que el número de personas que viven con menos de 4,50 euros al día, en el mundo, podría elevarse hasta los 500 millones.

En España la situación no es distinta. La tasa de pobreza severa se ha incrementado desde el 9,2% hasta el 10,86% durante la pandemia, 800.000 personas más viven con menos de 16 euros al día, 5,1 millones en total. De forma opuesta, los españoles con más de mil millones de euros acrecentaron su patrimonio en unos 26.500 millones de euros.

Ante esta situación dramática, UGT pide que se priorice el gasto social en las administraciones públicas. En este sentido, el Ingreso Mínimo Vital (IMV) debe llegar a todas las personas vulnerables que lo necesitan, porque la pobreza y el hambre no pueden esperar. Del mismo modo, es necesario que se incremente la fiscalidad de las personas físicas y jurídicas (empresas) con mayor renta y patrimonio, redistribuyendo esta riqueza para sufragar con tales recursos públicos las políticas sociales, tan ineludibles en este momento. Del mismo modo, es necesario que se persiga la evasión de impuestos y se incremente la fiscalidad de las personas físicas y jurídicas (empresas) con mayor renta y patrimonio, redistribuyendo esta riqueza para sufragar con tales recursos públicos las políticas sociales, tan ineludibles en este momento.