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Incendios forestales & bomberos forestales: los grandes olvidados de este 2018

Hace escasamente una semana se cumplía un año del fatídico incendio que arrasó el noroeste de España y donde fallecieron cuatro personas en Galicia. Precisamente cuando la Comisión Europea reclama a España una mejor gestión forestal para evitar incendios.

Un aniversario del que pocos se acuerdan ya, y que dejó en evidencia que los sistemas de emergencias por incendios forestales en tienen demasiados puntos “débiles” que fue capaz de solventar tal catástrofe con agilidad, y la magnitud superó con creces los recursos que se dispusieron en esos días, como ya pasara el verano del 2006. Un octubre que marcó, sin lugar a dudas, lo que fue un 2017 terrorífico en cuanto a incendios forestales. Por mostrar algunos datos, el año pasado ardieron 178.436 hectáreas (segundo peor año) y sucedieron 13.822 siniestros, casi duplicando la media que se sitúa en las 91.846 hectáreas.

Precisamente, hace también pocos días, el ministerio daba por finalizada la campaña alta por incendios forestales, y solo quedarán tres de sus BRIF en activo unos días más. Este no es un hecho aislado ministerial, puesto que desde finales de septiembre venimos asistiendo al cierre de bases y a continuos despidos en todas las autonomías, que haciendo alarde de los datos estadísticos, en el año más benévolo en lo que va de decenio, cuestión que ha venido a reforzar el olvido de años como el 2017, el 2015, el 2012, el 2009… Ven justificada su actuación de recortes o de mantenimiento de presupuestos destinados a tales fines. Eso sí, obviando en la mayoría de los territorios que el verdadero trabajo contra los incendios forestales empieza ahora, en la campaña invernal, con la realización de planes de defensa y los trabajos preventivos que den a nuestros montes y bosques la capacidad de resistencia a los incendios forestales.

Venimos denunciando públicamente que las condiciones del personal que forman los servicios de prevención, detección y extinción de incendios forestales y apoyo a contingencias en el medio natural y rural, no han variado desde el 2017, e incluso pocas mejoras se han registrado en los últimos años: convenios colectivos con diez años de vigencia, salarios congelados, centros de trabajo que no reúnen las condiciones mínimas, recursos materiales precarios, falta de formación y sobre todo el envejecimiento de las plantillas. Durante meses reclamamos al anterior Gobierno un Plan Estatal para la prevención y lucha contra los incendios forestales, donde se establezca una cartera de mínimos como base y punto de partida. Y demandamos también la aprobación del Estatuto Básico que regule y unifique las importantes funciones, cometidos y atribuciones de los 6.500 Agentes Forestales y Medioambientales, así como de los miles de bomberos forestales.

no podemos conformarnos solo ante la cuestión de apagar fuegos, si no de prevenir. Reclamamos a las diferentes administraciones compromisos firmes, y sobre todo en la mayor potenciación de la realización de planes de defensa que gestionen el monte en época invernal. Es necesario trabajar en la adecuación de los montes que arden cada año con virulencia. Y es imprescindible tener en cuenta el dicho de: “los incendios forestales se apagan en invierno”. Por eso proponemos un Plan de Empleo para limpiar los bosques y las cuencas de los ríos. No es razonable que con casi 4 millones de parados no abordemos un plan de empleo de estas características.

Pero si laboralmente la situación es complicada para los bomberos forestales, a todo ello debemos sumar que socialmente este colectivo sigue siendo un gran desconocido, y más cuando mediáticamente en años como este, ni si quiera se habla de ellos. Y es duro, pero también una verdad que continuamente deprecia una profesión de tantísimo valor y necesidad para nuestro país.

España es uno de los países europeos con mayor incidencia y hectáreas de masa forestal ardida anualmente, pero sorprendentemente, este año no ha sido así. Los cambios en nuestro clima y la meteorología de 2018 han hecho que la gran lacra de los incendios forestales haya afectado en gran medida a los países de otras latitudes. Así es como Suecia veía arder sus grandes masas forestales, sin que los cuerpos de bomberos pudieran hacer nada ante un hecho que algunos servicios de emergencia vivían por primera vez. Otros países han sufrido la misma lacra, como Rusia, o los territorios de centro Europa. Pero la desgracia mayor vino, como suele ocurrir, desde los países mediterráneos: Grecia volvió a ocupar titulares, como ya sufriera en la década pasada, y la voracidad de los actuales incendios forestales de sexta generación, encontraron en el país griego un polvorín, una falta de medios por los recortes y una nefasta coordinación ante la emergencia que suponen los incendios forestales en “fuegos de Interfaz” (urbano-forestal).

España no está lejos de que se repitan acontecimientos similares, y así lo venimos denunciando desde UGT. Pero no es cuestión alarmista o negativa ante los buenos datos anuales. En el país europeo donde el calentamiento global y la desertización nos están haciendo mayor daño, y donde se espera que sigamos sufriendo cambios, seguimos sin aprender la lección. Y es que los históricos nos demuestran que estamos ante sistemas cíclicos, por lo que nuestros políticos solo saben sacar pecho en los años con buenos datos, para lamentarse en los periodos desastrosos.

Desde este sindicato, seguiremos reclamando a los distintos gobiernos, que más allá de los colores políticos, hay una realidad que abordar. Los incendios forestales van camino de convertirse en la peor lacra ambiental y está en nuestras manos la realización de planes de defensa contra incendios forestales, que actúen preventivamente sobre nuestras masas forestales, que la restauración paisajista de bosques es la mejor medicina para frenar el calentamiento global, y que definitivamente hay que establecer una cartera de mínimos en los territorios para que el diseño de los Servicios de Prevención, Detección y Extinción de Incendios Forestales, y Apoyo a las Contingencias en el Medio Natural y Rural, no se conviertan en trabajo precario, con contrataciones y despidos según la meteorología.

Los profesionales que en otros Estados son reconocidos como “héroes”, aquí también deben tener un estatuto marco que regule su actividad, acabando con los agravios entre comunidades. Que debe haber un reconocimiento de los coeficientes reductores como ya ocurre en otros sectores de emergencias, impidiendo que las y los bomberos forestales se enfrenten a las llamas con 61, 62, 63… años. Pero sobre todo que la formación y la cualificación profesional sea el pilar fundamental del colectivo olvidado que forman las y los Bomberos Forestales.

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