Hace siete años, tal día como hoy, vivimos como la indignación y la crispación ante una crisis que se estaba cebando de nuevo sobre los más débiles Se convertía en un movimiento que se canalizaba con cientos de manifestaciones que muchas de ellas y me avisaban con una acampada que muchos de los otros aun tenemos la mente.
Ese movimiento traspasó nuestras frontera y llenó las primeras páginas de los periódicos y las aperturas de los informativos de radios y televisiones de todo el mundo, removió nuestras conciencias, convulsionó a nuestras organizaciones y parecía que iba a cambiar el mundo. Incluso algunos hablaban de la reinventar el capitalismo (incluso de su muerte). Aún recuerdo la rueda de prensa previa de Democracia Real Ya con Rosa María Artal, entre otros, y nadie (al menos yo no) era capaz de vislumbrar los que se iniciaría días después y que durante semanas haría temblar los pilares de muchas instituciones de nuestro país y ‘sobre todo’ nos hizo reflexionar.
Ese movimiento impulsó nuevas formaciones políticas que a su vez han revolucionado nuestro panorama y la forma de entender la política, e hizo que muchas organizaciones, incluida UGT, reflexionaran sobre su labor y, sobre todo, cómo estábamos haciendo las cosas. Ese soplo de aire fresco lleno nuestra casa y fueron muchas las enseñanzas que obtuvimos, cómo esforzarnos aún más en ser transparentes y participativos.
Sin embargo también hay un lado oscuro. Tras siete años hemos visto cómo, paradójicamente, se han recortado las libertades individuales y colectivas, sufrimos una ley mordaza que nos coarta y oprime, y vivimos cómo se encarcela a sindicalistas por ejercer su derecho de huelga o tuiteros, cantantes, raperos, escritores, periodistas y artistas de toda índole por expresarse.
Sin embargo, quiero ser optimista y estoy convencido que el espíritu de la indignación y la rebelión ante las injusticias sigue entre nosotros y se vuelve a abrir paso. Las manifestaciones del 8M, de los pensionistas, del 1 de Mayo, contra la sentencia de “la manada”, y otras muchas expresiones de que no aguantamos más, de que no estamos dispuestos a tragar mas, que decimos no a toda esa política, están clamando que es hora de rescatar a las personas y no a bancos y a autopistas.