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El comienzo del cambio

Esta semana hemos firmado, junto a Gobierno y Patronal, el acuerdo para la subida del SMI a 950€ en 14 pagas para este 2020. Un acuerdo satisfactorio que va en la línea de lo que venimos reclamando, alcanzar un SMI que sea el 60% del salario medio. Pero sobre todo, es un buen acuerdo porque inaugura un periodo de negociación que debe llevarnos a conseguir acuerdos con la patronal y con el Gobierno en materia de Reforma Laboral y del mundo del trabajo.

El aumento a 950 euros en 2020 ha supuesto un incremento del 5,5% sobre el de 2019. Unido a los aumentos de los tres años anteriores, el SMI actual es un 45% superior al de 2016, algo que solo ha sido posible gracias a la presión sindical. Estas subidas no solo no han tenido efectos negativos sobre el empleo, sino que han reforzado la demanda, el crecimiento y la propia generación de empleo estable. Además, por supuesto, de los efectos positivos sobre la calidad de vida de los trabajadores y las trabajadoras que menos ganan. La realidad es que aún existe margen económico para subir más el salario mínimo, para situarlo en un contexto similar al de los países más avanzados de la zona euro. Por ejemplo, la productividad por ocupado en Alemania es un 4,8% superior a la española, pero su SMI es un 48,3% mayor. Y la productividad en Francia es un 15,4% mayor que en nuestro país, pero el salario mínimo es superior en un 44,9%.

Somos conscientes que la cifra alcanzada no cumple aún con nuestras expectativas. Existen además, cuestiones pendientes en la regulación del Salario Mínimo Interprofesional. Cuestiones que UGT va a exigir en el marco del diálogo social.

En este sentido, tenemos las siguientes propuestas:

  • Incluir en el Estatuto del Trabajador una cláusula que garantice que el SMI no puede ser nunca inferior a la cuantía que se determine referenciada al salario medio.
  • Debería incluirse como criterio básico que el SMI no puede crecer menos que el IPC, porque sus perceptores no pueden perder poder de compra.
  • Reforzar el mecanismo de participación de los interlocutores sociales, estableciendo reuniones obligatorias tanto previas a la determinación del SMI cada año, como a mitad y al final del mismo, para estudiar sus impactos.

El Gobierno ha hecho un buen trabajo pero no acaba aquí. Este es el principio de un diálogo que queremos que continúe en una segunda fase con la derogación de la Reforma Laboral que tanto daño nos ha hecho.

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