La Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático de Glasgow es la última oportunidad para evitar la catástrofe climática. Tenemos una responsabilidad histórica, no hay planeta B.
El lunes 1 de noviembre comenzó la 26ª Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se celebra en Glasgow (Reino Unido), y que durará hasta el 12 de noviembre. Esta trascendental cita, a la que acudirán representantes de casi 200 países participantes, es la mayor y más importante conferencia relacionada con el clima del planeta.
Una representación de la UGT ha asistido como observadora a la cumbre en la delegación del CSI, (Confederación Sindical Internacional) y participará también en la Cumbre de los Pueblos por la Justicia Climática, la contra-cumbre y sus movilizaciones, que organiza la ciudad civil, donde defenderá la lucha contra la pobreza energética.
En esta cumbre, los delegados tienen como objetivo principal la fijación de las normas necesarias para implementar el Acuerdo de Paris, que limitaba el calentamiento por debajo de los 2º C e instaba a realizar todos los esfuerzos necesarios para limitar este aumento a 1,5°C. Ahora se deben acordar unos plazos comunes sobre la frecuencia de revisión y el seguimiento de los compromisos ante la emergencia climática. En definitiva, Glasgow es la última oportunidad para hacer realidad estos compromisos, ante un planeta que va camino de calentarse 2,7º a fin de siglo. Los planes nacionales actuales de derivados del acuerdo de Paris no son suficientes, y sobrepasar las metas marcadas, como nos recuerda la ONU, nos conduce a un mundo inestable y a un sufrimiento sin fin.
Es importante recordar que sin un entorno sostenible desaparecen los derechos de las personas trabajadoras, que son y serán aquellas que antes y con más profundidad sufrirán los efectos del cambio climático.
La cumbre de Glasgow nos sitúa ante importantes incertidumbres. Es dudoso que las naciones involucradas adquieran los compromisos imprescindibles. No ya porque países como el Brasil de Bolsonaro de forma alucinante no se identifiquen con el problema, o porque las grandes potencias económicas y políticas (China, USA, Rusia …) sean renuentes a asumir medidas de un calado proporcional al problema o porque otros primen la economía sobre cualquier otra cuestión (India). En realidad, de una forma u otra, parece que los Gobiernos no tienen ni la capacidad, ni la previsión, ni la visión para asumir los cambios, esfuerzos, solidaridad y sacrificios que se requieren en un asunto que concierne a toda la humanidad. Desde una perspectiva, realísticamente critica, se califican los acuerdos que van surgiendo en esa cumbre como de bla, bla, bla. Europa tiene que tomar con mayor firmeza el liderazgo del cambio, dando un ejemplo de solidaridad y visión, implementando una apuesta clara por una transición ecológica justa, políticas climáticas inclusivas, inversiones en industria sostenible y financiación climática en el conjunto del planeta.
Realmente no sé si estamos ante la última oportunidad, ésta ya ha pasado o nos esperan otras. Lo cierto es que navegamos hacia una crisis apocalíptica y necesitamos cambiar el rumbo ya. No hay alternativa, no hay planeta B.