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Todavía estamos a tiempo

La expansión del coronavirus supone una amenaza de extremada gravedad para la salud pública, y a su solución deben dedicarse todos los recursos disponibles. Preservar la vida es el objetivo prioritario.

Pero, paralelamente, esta crisis sanitaria está teniendo un enorme impacto económico, que puede trastocar nuestra vida de manera determinante por décadas. Por eso la respuesta económica debe ser de la misma extraordinaria dimensión que la que estamos dando desde el ámbito sanitario.   

Alemania ha aprobado una serie de medidas de calado para evitar una recesión o disminuir al máximo sus efectos de forma perdurable: la inyección de 12.400 millones de euros en la economía, hasta 500.000 millones de crédito a través del Banco Alemán de Desarrollo a disposición de las empresas en dificultades, subvenciones y ayudas.

Frente a ello, el Gobierno de España ha puesto en juego hasta el momento algunas actuaciones para apoyar la financiación empresarial (400 millones de euros a través del Instituto de Crédito Oficial) y aplazar las obligaciones tributarias.

Medidas insuficientes para un país que está en gran parte paralizado, sin que se conozca cual va ser la duración de esta situación.

Ahora se necesitan medidas , que permitan sostener a las empresas y, sobre todo, que impidan la destrucción de empleo. Y también se necesita plantear ya cómo vamos a impulsar la demanda y la producción cuando la crisis sanitaria pase. Es de esperar que todo ello se aprobará mañana en el Consejo de Ministros.

Confianzas y certezas

Los trabajadores y empresas de este país necesitamos confianza y certezas. Confianza en que nuestro Gobierno, en que la totalidad de la clase política, va a apostar porque nuestra economía no se derrumbe con efectos sociales incalculables. Y las certezas las tienen que dar las medidas efectivas que se aprueben.

Las organizaciones sindicales y patronales hemos acordado rápidamente un documento con medidas urgentes que ya a mediados de la semana pasada se comunicó al Gobierno: agilización de los procesos de suspensión y reducción de jornada, protección de los trabajadores afectados tengan o no derecho a la prestación por desempleo, constitución de un fondo de garantía para apuntar la supervivencia de las empresas y de las personas trabajadoras afectadas, privilegiar las medidas que impiden o reducen el contagio como el teletrabajo.

Propuestas que también se han hecho extensivas para los autónomos, a los que no les vale el mero aplazamiento de sus obligaciones fiscales y de seguridad social. Es necesaria la suspensión de estas obligaciones para aquellos autónomos que han tenido que cerrar o reducir drásticamente la actividad.

Medidas insuficientes

Es obvio que no basta con estas medidas. Hay que evitar a toda costa todos los despidos, ayudar a quienes quedarán desguarnecidos sin sus ingresos cotidianos y apoyar a los negocios rentables que, con esta pandemia, pueden desaparecer. En este contexto, la Unión Europea debe mostrar de una vez que cree en una Europa de las personas, adaptando sus reglas fiscales a esta dramática situación y poniendo de verdad “todo lo que haga falta” para salvar la salud de su ciudadanía, sus medios de vida y el propio proyecto europeo. En definitiva, se requiere una intervención pública directa en la economía, como ha acaecido en las grandes crisis mundiales. Estamos ante una de ellas, no perdamos el tiempo.

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