Debemos comprometernos con las personas refugiadas que huyen del horror de la guerra en Ucrania, y de todas las guerras.

Ya en la Odisea de Homero, poema épico escrito unos 900 años antes de nuestra era, cuando Ulises llega de vuelta a su casa, a Ítaca, lo hace vestido de mendigo. Lo acoge un pastor suyo, Eumeo, que no le reconoce y le dice: “nunca desprecies ni a un mendigo ni a un forastero, porque los mendigos y forasteros son enviados de Zeus”.

La decisión de Putin de invadir Ucrania es un flagrante incumplimiento del derecho internacional, que está ocasionando una grave crisis humanitaria. Desde el inicio de la guerra, han salido de Ucrania más de dos millones de refugiadas y refugiados, cifra que todavía puede incrementarse mucho más. La mitad de las personas que huyen del horror se han asentado en la frontera de Polonia, país que en este caso sí ha aceptado a estos refugiados. Recordemos que el gobierno polaco rechazó acoger en 2015 a los sirios que también huían de la guerra.

En este sentido, debemos valorar la decisión de la Comisión Europea de activar, por primera vez en la historia, la directiva de protección temporal, que garantiza la acogida automática de quienes huyen de una guerra en toda la Unión Europea.

Igualmente, celebro la rapidez en la toma de esta medida, que, si bien se pudo abordar antes, se ha tomado, una vez presentada la propuesta por la Comisión, con celeridad y unanimidad. Además, debemos reclamar que estas primeras decisiones se materialicen en políticas a medio y largo plazo, pues los efectos sociales y económicos del conflicto serán de extrema gravedad y requerirán de todos los esfuerzos necesarios de las instituciones europeas y de los organismos internacionales.  Estamos obligados a brindar todo el apoyo necesario a las personas afectadas por la guerra, en la región o donde éstas se desplacen, garantizando el establecimiento y seguridad de corredores humanitarios y elaborando planes de acogida y reubicación dentro de toda la Unión Europea.

La UE debe tomar todas las medidas oportunas para lograr urgentemente el cese de hostilidades y poner fin a este terrible conflicto y el drama humano que genera. Hoy, más que nunca, es imprescindible mantener presentes los principios fundadores de Europa: paz, democracia y solidaridad.

Así mismo, esta acogida de refugiadas y refugiados ucranianos, nos tiene que poner delante del espejo, por todas las oleadas recientes de personas que huyen en busca de refugio, sobre todo los de la frontera sur y de la guerra de Siria. Todo ser humano tiene el mismo y máximo de dignidad y consideración, venga de donde venga, rece al dios que quiera, tenga el color de la piel que tenga. Somos un país de acogida.