Una semana más vivimos con la indefensión y la rabia de ver como la lacra de la violencia machista se sigue produciendo. Las últimas víctimas, dos niñas de tres y seis años de Castellón que, por desgracia, estaban con su padre. Ricardo, el padre de las niñas, las asesinó y luego se suicidó, provocando un daño irreparable en su expareja y toda la familia.
En lo que va de 2018, ya son tres las muertes confirmadas de menores por violencia de género hacia sus madres, y otros dos casos están en investigación. Desde el 2013, son 27 los niños y niñas asesinadas a causa de la violencia machista.
Unos hechos terribles y deleznables. Niños y niñas indefensos asesinados por sus padres. Uno de los hechos más aterradores que podamos imaginar. Morir a manos de la persona que debería proporcionarte protección y seguridad. Pero el lamento puede ser de los sindicatos y de la sociedad en su globalidad, pero no del poder judicial, ni del conjunto de los poderes públicos.
Los órganos del Estado no pueden solo lamentar estos hechos, sino que tienen que detectar por qué ha fallado el sistema de protección. En el caso de las niñas asesinadas en Castellón, tienen que Investigar por qué razón una juez denegó la protección a las niñas asesinadas y a su madre, que venía pidiéndolo desde hacía tiempo. Una demanda de protección que también fue llevada a cabo por un médico, sin ningún resultado favorable.
No es la primera vez que el sistema falla. No es la primera víctima o víctimas asesinadas por culpa de la violencia machista y porque, anteriormente, se había rechazado una petición de protección. Necesitamos explicaciones. Pero, sobre todo, necesitamos que se asuman las responsabilidades oportunas y se tomen las medidas para que casos como este no se vuelvan a producir.
Cientos de miles de mujeres sufren día a día el acoso y la violencia machista, despertándose cada mañana con miedo de encontrarse cara a cara con su maltratador. Una persona no puede vivir atemorizada porque un degenerado quiera hacerle daño, ya sea físicamente o psicológicamente, o también a través de sus hijos, como ha sucedido recientemente.
Desde UGT llevamos muchos años llevando a cabo un fuerte trabajo en contra de este tipo de violencia, reclamando medidas que nos lleven a poner freno a una lacra que daña a nuestro país. Es imprescindible que el Gobierno, así como todos los partidos políticos, se tomen en serio un problema que crece.
Necesitamos desplegar, de forma urgente, el Pacto de Estado contra la violencia de género, así como más medios y recursos para combatir la situación que viven decenas de miles de mujeres en nuestro país. Debemos conseguir un clima de conciencia colectiva contra este problema, comenzando por que forme parte de nuestro sistema educativo, junto a la igualdad, para que nuestros ciudadanos y ciudadanas tomen conciencia de su importancia desde su niñez.
La Unión General de Trabajadores se ha marcado como objetivo participar activamente en todos los ámbitos en cuanto a la lucha contra la violencia de género. Especialmente en las empresas, nuestro medio natural, dónde tenemos la intención de formar a nuestros delegados y delegadas para que sean capaces de detectar y ayudar a las víctimas de violencia machista o de acoso. Pero también en otros ámbitos de la sociedad. No debemos mantenernos en silencio en situaciones de acoso y violencia, sino ser capaces de denunciar a las personas que lo cometen y darle la seguridad a las que lo sufren de que no están solas, que les vamos a ayudar y que van a poder contar con el sindicato, con sus dirigentes y con sus afiliados para ganar esa batalla.