Necesitamos un nuevo acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) que incremente los sueldos y redistribuya la riqueza.
Los últimos datos del IPC publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) registran una tasa anual del 7,4%. Y, a pesar de que en su momento se veía posible una moderación paulatina de los precios a lo largo de 2022 y 2023, las estimaciones de inflación media para este año se sitúan por encima del 3%, en niveles elevados y similares a los del año pasado, la incertidumbre del conflicto bélico de Ucrania, dificulta la previsión, y no permite ser muy optimista en la evolución del IPC.
Este aumento desproporcionado del precio de la vida tiene su reflejo directo en los trabajadores y trabajadoras que siguen viendo como su poder de compra se recorta mes a mes: en 2021 las personas asalariadas perdieron 1,6 puntos de poder adquisitivo. Está claro que el elemento inflacionista no se encuentra en los salarios, sino en otros elementos estructurales, como el precio de la energía o la crisis de componentes global en la industria, entre los más destacados, en esta globalización mal gobernada.
Estas cifras reflejan una situación insostenible para muchos hogares de nuestro país. Por eso necesitamos que la patronal suscriba con los sindicatos un nuevo acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) que incremente los sueldos y contribuya a mejorar la situación económica y social global del país. Porque subir los salarios no es solo bueno para mejorar el poder adquisitivo de las personas trabajadoras, sino que también permite impulsar la igualdad, la economía y el empleo.
Además, este acuerdo es necesario para redistribuir y repartir la riqueza de las empresas. La pandemia ha disparado la desigualdad y se ha cebado con los hogares más vulnerables, generando pobreza y exclusión social. La subida del SMI firmada por el Gobierno, UGT y CCOO ha sido un gran paso para mejorar la vida de muchas personas. Ahora le toca a la patronal arrimar el hombro y no mirar para otro lado. La clase obrera está cansada, llevamos desde 2008 con los salarios congelados. Los empresarios tienen que ser conscientes de que, o esto se produce, y se aplica realmente, o generará conflictos laborales en los centros de trabajo y en los convenios sectoriales.
Además, el AENC debe incluir la cláusula de revisión salarial al fin del periodo y una forma para que esa sea fácil de trasladar a los convenios. Y es imprescindible cerrarlo rápido ante la incertidumbre que la guerra de Ucrania puede ocasionar en los precios de la energía, el gas, el petróleo, y la evolución general de la economía (que ya estamos notando). Por ese motivo, debemos blindarlo cuanto antes y evitar así que la guerra nos frene la recuperación económica que nuestro país vive actualmente. No podemos permitir que la guerra castigue otra vez a los salarios y el consumo interno. El acuerdo salarial para los próximos años trasciende el contexto actual de la invasión rusa de Ucrania, pero no le es ajeno.
En definitiva, nosotros estamos dispuestos a hablar, pero teniendo en cuenta que la inflación interanual está en el 7.4%, que no hay una previsión muy optimista para esta, y que las crisis, en este caso inflacionista, no la pueden pagar siempre los trabajadores y trabajadoras. Necesitamos un nuevo acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) que incremente los sueldos y redistribuya la riqueza, para mejorar la vida de las personas trabajadoras y para contribuir a mejorar globalmente nuestro país.