Alba

En medio de debates grandilocuentes y negociaciones de trascendencia histórica, de vez en cuando nos sobresalta alguna información que tiene la virtud de darnos de bruces contra la pura realidad. Te das cuenta entonces, de que las grandes decisiones en las que ocupamos nuestro preciado tiempo, se quedan pequeñas, casi ridículas, al lado de tragedias como la de Alba. Ojalá que no sea tarde y la niña se recupere de las heridas físicas de sus agresores y de las del alma, que a veces son más profundas. Lo que no sé es si la administración en su conjunto podrá disimular su incomprensible y patética actuación. Espero que la lección sea aprendida y no se olvide un minuto después de que Alba ya no sea noticia.