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Estado de excepción en Brasil. Lula libre!!!

Es emocionante escuchar en palabras de un hombre encarcelado injustamente que lo primordial no es su sufrimiento personal sino la causa justa que lidera.

Luiz Inácio Lula da Silva lleva un año y medio preso a raíz de una salvaje persecución judicial ante la que no podemos mantenernos impasibles. Por esta razón, el final de mi viaje por Sudamérica tuvo su parada más importante en la capital del estado brasileño de Paraná, Curitiba, lugar donde el gobierno ultraderechista de Bolsonaro mantiene preso al hombre que se atrevió a liderar un gobierno que puso a los sectores más desfavorecidos y olvidados en la agenda del gobierno del país más importante de Latinoamérica.

El saldo de la gestión de Lula se tradujo en cuarenta millones de brasileños saliendo de la pobreza, al mismo tiempo que Brasil experimentaba un fuerte crecimiento económico y, por decisión del gobierno de Lula, se hacían realidad los derechos sociales, como la salud y la educación, para esa parte de la población relegada históricamente producto del racismo y la exclusión neoliberal.

Lula se convirtió durante su gestión en un referente mundial de un liderazgo alternativo al de los líderes de los países más poderosos del planeta, que solo ofrecían subordinación y un modelo económico que privilegia a las élites, excluyendo a los trabajadores y trabajadoras.

Antes de la visita en su celda, tuve la oportunidad de compartir una interesante charla con los abogados y personas cercanas que trabajan incansablemente por la libertad de Lula. Pude conocer el odio clasista que se esconde tras la persecución al ex presidente aunque, sin ninguna duda, la principal razon de su encarcelamiento es el interés de sectores del poder económico, político y mediático de impedir que un proyecto de redistribución de la riqueza y justicia social vuelva a incomodar el orden de privilegios tradicional brasileño.
Para proscribir a Lula y al PT, que fue encarcelado cuando lideraba ampliamente las encuestas para las elecciones presidenciales del pasado año, se construyó una agenda de corrupción del estado de derecho que comenzó con el golpe institucional a Dilma Rousseff. Ese fue el primer paso, que sirvió para reestablecer un programa económico que no había sido votado por los brasileños. sin embargo, tras la destitución de Dilma, el PT volvía a encabezar las encuestas con el liderazgo de Lula, por lo que se activó la segunda fase del golpe; impedir su candidatura.

El temor ante lo que Lula representa debió ser tan grande que aquella estrategia jurídica, política, mediática y económica decidió que la amenaza de democracia y justicia social que representaba Lula debía ser encerrada en prisión.

El resultado de este proceso es un gobierno de ultraderecha, que ataca los derechos sociales, sindicales y los más básicos derechos civiles con su programa neoliberal, racista y homófobo.
La degradación de la democracia brasileña es tal que, en la actualidad, el poder judicial brasileño se encuentra tutelado por el poder militar, con miembros del sector castrense ocupando relevantes posiciones en las instituciones políticas y judiciales.

Tuve la oportunidad de obsequiar a Lula un cuadro con una lámina de las brigadas internacionales como símbolo del I Premio Internacional de UGT a la lucha por los derechos humanos y a la labor política que le hemos concedido. El ejemplo de aquellos hombres y mujeres comprometidos, entre los que estuvo un gran amigo de Lula y también fundador del PT, Apolonio de Carvalho, que viajaron a nuestro país para luchar frente al fascismo es el que me trae, en representación de toda la Unión General de Trabajadores, a defender la libertad de Lula, sinónimo presente de defender la democracia y los DDHH en Brasil. Me lo dijo el propio Lula en la visita: “Lula no está preso, están presas sus ideas”.

Conociendo detalles del caso de Lula y de otros casos de lawfare contra líderes populares latinoamericanos, se hace evidente el nefasto papel desestabilizador de Estados Unidos. No es nada nuevo, lamentablemente, que la primera potencia política y económica mundial intervenga en la región a favor de las élites económicas y políticas y en contra de la democracia y los derechos humanos. El presidente de la mayor central sindical norteamericana (AFL-CIO), Richard Trumka, con quién compartí la visita a Lula, no podía ocultar su indignación ante el vergonzoso protagonismo de las administraciones estadounidenses, especialmente la de Trump, en la persecución a Lula.

Pero la posición europea y española también deja mucho que desear. Especialmente, nuestro país, que ante los fuertes lazos históricos y culturales con Latinoamérica, debería aumentar su compromiso con la plena democracia, el reparto de la riqueza y la cohesión social en sus países. Para ello, sería un enorme paso que el gobierno de España y la Unión Europea abandonen definitivamente los prejuicios ideológicos sobre lideres populares latinoamericanos como Lula y que pongan fin a la cobarde dependencia del poder económico que aprovecha el derrumbe de la democracia y del estado de derecho en Brasil como una mera oportunidad para hacer negocios. Exigir la libertad de Lula y el restablecimiento de Ia democracia plena en Brasil es una gran oportunidad para que España y la Unión Europea abandonen una agenda que no les pertenece y miren de una vez por el respeto a la democracia fuera de sus fronteras.

Lula libre!!!

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