En los últimos días estamos viendo con preocupación, como una epidemia ocupa los principales espacios de los medios de comunicación de nuestro país; prensa, radio y televisión se han hecho eco de esta epidemia bautizada como COVID-19, dedicando a este virus gran parte de su tiempo, a pesar de que no ha habido, afortunadamente, muertes por esta causa en España, y en China, el país de origen de la enfermedad, han fallecido 1.426 personas por este virus y otras 51.986 han estado afectadas entre una población de mil millones.
El coronavirus ha creado una alarma que no se corresponde con la realidad de lo que sucede en España, llegando a provocar, sin causa justificada la cancelación de uno de los congresos más importantes que se celebran en España, el Mobile World Congress de Barcelona, cancelación que ha ocasionado un perjuicio para nuestra economía y por supuesto para el empleo.
Dos muertes al día
Mientras el Coronavirus copa la agenda mediática, otra epidemia pasa desapercibida, invisible a los ojos de la sociedad. Hablo de la siniestralidad laboral, una lacra, un drama social con cifras astronómicas, que deberían por si mismas ser capaces de alarmar y conseguir la atención de los medios y de la sociedad en su conjunto.
Recientemente, se han publicado los datos de avance de accidentes de trabajo del año 2019 del Ministerio de Trabajo y Economía Social y los datos no pueden ser más escalofriantes:
Cada día, 3.725 personas sufren un accidente laboral en España. Cada día, 2 personas mueren como consecuencia de su trabajo. Durante el 2019 se produjeron 1.359.548 accidentes de trabajo, de los cuales fueron 695 fueron mortales. Y debo resaltar que estamos hablando de datos provisionales, por lo que prevemos que estas cifras aumentarán, una vez tengamos las definitivas.
La elevada tasa de temporalidad (por encima 26% y nueve de cada diez contratos nuevos son temporales), la elevada parcialidad en la contratación (uno de cada tres contratos nuevos es a tiempo parcial) la malas condiciones de trabajo, en definitiva, hacen que la precariedad laboral influya de manera determinante en el aumento de la siniestralidad laboral.
La precariedad mata
A poco que buceamos en los datos vemos que la primera causa de muerte durante la jornada laboral son los infartos y derrames cerebrales. El empeoramiento de las condiciones de trabajo genera sobrecarga, estrés, presiones de tiempo, y dificulta la conciliación de la vida laboral y familiar y todo esto obviamente repercute negativamente en la salud de los trabajadores y las trabajadoras.
Está claro que la precariedad laboral mata y eso es algo que una sociedad como la nuestra no puede permitirse. Los datos no son solo datos, detrás de ellos hay familias que sufren sus consecuencias, las más dramáticas, como es la pérdida de un ser querido, algo que difícilmente se puede superar y entender cuando la mayoría de los accidentes se podrían haber evitado.
Esta situación sí que es alarmante, podríamos verlo simplemente enumerando los accidentes mortales ocurridos en esta última semana, donde ha habido un goteo incesante de muertes por accidente laboral y donde, a día de hoy, más de una semana después, llevan desaparecidos 2 trabajadores sepultados en un vertedero en Zaldíbar. Todo nuestro apoyo y solidaridad con las familias, compañeros y compañeras de estos dos trabajadores.
Afrontar este drama laboral requiere la adopción de medidas urgentes. Un Pacto contra la Siniestralidad Laboral se hace imprescindible y por supuesto, acabar con las causas que originan este goteo continuo de muertes en el trabajo y por el trabajo.
Hay que poner encima de la mesa soluciones que terminen con esta situación y mi compromiso y el del sindicato, es firme en la lucha contra la siniestralidad laboral. Necesitamos empleo de calidad, donde no se ponga en riesgo la salud y la seguridad de las personas trabajadoras y en lograrlo vamos a poner todo nuestro empeño.
Porque en el trabajo no puede haber ni una muerte más. Y podemos terminar con esta epidemia.