La asignación de los fondos europeos para la reconstrucción y modernización del tejido productivo supone un punto de inflexión clave en el futuro de nuestro país. Nunca una cantidad tan elevada había sido destinada a este fin, ni se había propuesto con tanta claridad la necesidad de un desarrollo estratégico que cambiara los cimientos productivos de un país que ante las sucesivas crisis cae continuamente en un abismo de desempleo y pobreza.

Estamos ante una oportunidad histórica. El año pasado nos permitió ver una salida distinta a la crisis: Una salida basada en las políticas de protección social y en la salvaguarda del empleo y del tejido productivo. Salida que fue impulsada por los agentes sociales, mientras que algunas fuerzas políticas mantuvieron desgraciadamente la confusión y el enfrentamiento.

Llegó la hora de elegir los proyectos y asignar los fondos. Una decisión equivocada tendría consecuencias terribles para nuestro futuro. Por ello, es necesario continuar en la senda que iniciamos el año pasado. El Diálogo Social con mayúsculas es esencial, como se ha demostrado. Sería un desastre que el Gobierno abandonara esta senda en favor de pretensiones tecnócratas. Vemos signos desalentadores de ello, como la aprobación del RDL 36/2020 con total opacidad o la reducción del consenso a la información restringida.

Es vital retomar el diálogo ya mismo. Un diálogo que, aunque no implique garantía absoluta de acuerdos, esté dominado por la participación, la documentación y el debate entre las partes, en vez de perpetuar el panorama de prepotencia y desaliento.